Los extranjeros que le han tratado hablan de una persona
afable y simpática obsesionada con el baloncesto, mientras algunos norcoreanos
se burlan de su querencia por misiles y bombas nucleares
“Empecemos el año con el espléndido sonido de la explosión
de la primera bomba de hidrógeno de nuestro país. El mundo entero nos mirará”.
Estas palabras de Kim Jong-un pueden encontrarse en la nota manuscrita mediante
la que el dictador autorizaba la cuarta prueba nuclear de la historia de Corea
del Norte, el 6 de enero de 2016. En aquel momento, a pesar de la propaganda,
el régimen norcoreano no logró detonar una bomba-H (necesitaría dos ensayos más
hasta conseguirlo), pero dejaba claro que el joven Kim estaba dispuesto a
superar a su padre y a su abuelo en al menos un aspecto: la carrera
armamentística en suelo patrio.
Por este objetivo –que ha acarreado el aislamiento casi
total del país y la imposición de severísimas sanciones incluso por parte de su
principal valedor, China-, así como por una retórica agresiva y profundamente
malinterpretada en Occidente, es por lo que se ha impuesto en el imaginario del
público la idea de que Kim Jong-un es un loco irracional capaz de arrastrar al
mundo a una guerra nuclear. Pero los expertos, a partir de la escasa aunque
creciente información disponible sobre él, empiezan a dibujar una imagen
bastante diferente: un hombre impulsivo, caprichoso y despiadado, pero bastante
cuerdo. A pesar de –o tal vez mediante- sus bombas atómicas.
Si hubo algún loco en la dinastía que gobierna Corea del
Norte desde hace casi siete décadas, ese fue su padre, Kim Jong Il (capaz de
secuestrar a cineastas y técnicos cinematográficos en el extranjero para que
filmasen las películas que él quería, entre otras muchas cosas). Sin embargo,
todo apunta a que el modelo del joven Kim no es él, sino su abuelo, Kim Il
Sung, quien, a pesar de haber impuesto un sistema estalinista de terror y
represión, cuenta entre sus logros la erradicación casi total del
analfabetismo, el enorme impulso a la igualdad entre sexos y el haber colocado
a Corea del Norte como una estrella ejemplar en el firmamento de los países
socialistas. Por ejemplo, tras la guerra de Corea, el Norte duplicaba el PIB
del Sur gracias a su amplia industrialización, y no fue hasta bien entrados los
años 70 que esa tendencia empezó a revertirse.
Pero para cuando Kim sucedió a su progenitor en 2011, el
país se encontraba al borde del colapso económico, con uno de cada tres de sus
ciudadanos sobreviviendo gracias a la ayuda internacional. Eso no impidió que “el
Joven General” y “El Brillante Camarada”, como empezó a denominarle la prensa
norcoreana tras su designación como heredero al trono, optase por mantener a
cualquier precio su programa de armas de destrucción masiva, aún a costa de
enormes sacrificios. Kim tomó buena nota de lo sucedido a Muamar Al Gaddafi,
quien a principios de la década anterior había accedido a deshacerse de su
armamento no convencional, para acabar derrocado con ayuda de la OTAN el mismo
año en que el asiático se puso al frente de su país.
En su media docena de años en el poder, el mandatario
norcoreano ha realizado 85 pruebas de misiles (incluyendo la de este pasado
jueves), más que su abuelo y su padre juntos. Una fijación que no ha pasado
desapercibida dentro del país. "Las elites norcoreanas se burlan de Kim
como un psicópata obsesionado con matar gente y lanzar misiles", declaró
recientemente Kang Cheol-hwan, un antiguo desertor que ahora dirige el Centro
de Estrategia para Corea del Norte en Seúl, al diario The Guardian. "Muchas
personas que viajan fuera del país para el régimen admiten que se oponen a los
programas de armamento, pero que cualquier disidencia abierta haría que los
matasen".
Pero que Kim Jong-un tenga motivos racionales para
comportarse como lo hace no significa que no pueda ser despiadado: tras su
llegada al poder se ocupó de purgar a más de 300 altos oficiales, la mitad de
los cuales fueron ejecutados, incluyendo a su propio tío, Jang Song-thaek. Algo
que fue interpretado por los observadores como un signo de autoconfianza: “Si
la base de poder de Kim Jong-un fuese débil, habría sido demasiado arriesgado
ejecutar a estos altos oficiales. Estas ejecuciones muestran que tiene poder
absoluto”, indica Cheong Seong Chang, un experto en liderazgo del Instituto
Sejong de Seúl, en una entrevista con el Washington Post.
Kim se ha permitido no solo evitar peregrinar a Pekín, sino
incluso desoir las peticiones de Xi Jinping y los líderes chinos de que modere
su exhibicionismo belicista. También dejó plantado a Vladímir Putin en 2015,
quien le esperaba para una conmemoración de la Segunda Guerra Mundial en Moscú.
A pesar de ello, ni China ni Rusia parecen preparados para darle la espalda del
todo al régimen norcoreano. Pero el hecho de que Kim no salga al exterior ha
hecho que, a diferencia de su padre o su abuelo, los psicólogos de los
servicios de inteligencia occidentales apenas tengan material a partir del cual
elaborar un perfil psicológico, algo que contribuye a la incertidumbre.
En una reciente entrevista, el jugador de baloncesto Dennis
Rodman –que ha visitado Corea del Norte en cinco ocasiones- describía así sus
encuentros con el mandatario asiático: “Básicamente estuve con él todo el rato,
nos reímos, cantamos karaoke, hacemos un montón de cosas guays juntos. Montamos
a caballo, salimos por ahí, esquiamos, casi nunca hablamos de política y eso es
lo bueno de ello”, dijo la estrella deportiva. “No le estoy defendiendo, no
estoy defendiendo lo que hace respecto a su país y su liderazgo. Creo que se le
ha pasado el trono de su abuelo y su padre. Mucha gente dice que el abuelo era
peor que el padre y que el padre es peor que el que manda hoy. Tengo que tener
esperanza”, señaló. (Por contraste, otros expertos aseguran que Kim Jong-il es
“mucho más brutal que su padre”).
Joe Terwilliger, un médico neoyorquino que acompañó a Rodman
en dos de sus viajes, da una visión bastante amable de Kim: “Es encantador y
gregario, y muy amistoso. Nos contó un montón de chistes, y tuvimos
conversaciones abiertas sobre cualquier tema imaginable, como si estuviésemos
saliendo por ahí con viejos amigos. Le gustan sobre todo los deportes, la
música y las películas, y hasta nos preguntó por Sylvester Stallone”.
Es muy poco lo que se sabe sobre el joven Kim, empezando por
el día de su nacimiento: no se sabe si nació en 1983 o 1984, aunque la mayoría
de las reseñas dan por buena la fecha del 8 de enero de ese último año, la que
los servicios de inteligencia surcoreanos consideran más probables. Sin
embargo, los medios oficiales norcoreanos afirman que vino al mundo en 1982,
probablemente para ‘alinearlo’ con 1912 y 1942, los años de nacimiento de su
abuelo y su padre.
Kim es el segundo de los tres hijos de Kim Jong Il con su
tercera esposa, la bailarina Ko Young Hee, y a priori nada hacía pensar que estuviese
destinado a suceder a su padre. No obstante, desde muy temprano dio muestras de
su temperamento: tal y como ha relatado una de sus tías, Ko Yong Suk, que
desertó a Estados Unidos en 1998, al pequeño Kim le regalaron un uniforme de
general condecorado alrededor de los 8 años de edad, y veía cómo generales de
verdad se inclinaban ante él. “Era imposible que creciese como una persona
normal cuando la gente a su alrededor le trataba así”, ha dicho Ko.
Tras cursar estudios primarios en Corea del Norte, fue
enviado a Suiza a recibir educación secundaria en la International School de
Berna, y posteriormente en la Escuele Liebefeld-Steinhölzli, de donde salió
hablando inglés, francés y alemán. Sus compañeros no tenían ni idea de con
quién estaban tratando: Kim fue introducido como Pak Un, el hijo de un
diplomático norcoreano acreditado en Suiza, la cobertura que mantuvo durante
sus años allí.
Quienes le conocieron entonces le describen como un joven
algo introvertido, muy tímido con las chicas, y absolutamente obsesionado con
el baloncesto. “Nunca hablaba sobre su vida en casa, aunque ponía mucha música
norcoreana, en particular el himno nacional. Todavía puedo recordarla”, explicó
uno de ellos, el portugués Joao Micaelo, en una entrevista años después. “Su vida
todo este tiempo era el baloncesto. Jugaba al baloncesto en la cancha, tenía
juegos de basket en su PlayStation. Creo que estuvimos jugando al baloncesto el
ochenta por ciento del tiempo”, comentó. Su equipo: los Chicago Bulls.
Súbitamente, Pak Un desapareció. Ninguno de sus compañeros
volvió a saber nada de él hasta que uno de ellos le reconoció en una foto en la
que aparecía junto a su padre, ya como sucesor designado. Se hizo público
entonces que Kim había sido enviado de vuelta a Corea del Norte, donde ingresó
en la Universidad Militar Kim Il Sung. A partir de ahí, el joven fue acumulando
cargos, hasta su nombramiento oficial en 2010, durante el III Congreso del
Partido de los Trabajadores de Corea.
Se cree que la primera opción de Kim Jong Il para sucederle
había sido su primogénito, Kim Jong-nam. Sin embargo, este perdió el favor
paterno cuando fue interceptado tratando de viajar en secreto a Tokio, según él
para visitar Disneylandia. Algunos expertos creen que en realidad estaba
tratando de desertar. Al otro candidato, otro hermano llamado Kim Jong-chul, se
le consideraba “demasiado afeminado” y extravagante como para optar al
liderazgo (según los cables de Wikileaks intentó, sin éxito, visitar a Eric
Clapton en Alemania para intentar convencerle de que tocase en Pyongyang, lo
que desató las iras paternas). Tras sufrir un derrame cerebral en 2008, Kim
Jong Il se dio cuenta de que tenía que actuar rápido de cara a la sucesión:
empezó a formar al joven Kim Jong-un en tareas de liderazgo, al tiempo que purgaba
a aquellos hombres que podían oponerse al nombramiento.
Kim Jong Il murió en 2011, y muchos pensaron que su hijo no
sobreviviría mucho al frente del país. Contra todo pronóstico, va camino de
culminar su sexto año en el cargo, y, como han señalado numerosos politólogos
expertos en modelos autocráticos, si un dictador resiste los dos primeros años
la estadística muestra que tiene grandes posibilidades de morir en su cama.
Quien murió, envenenado en un atentado con un agente nervioso en un aeropuerto
de Malasia, fue su medio hermano, Kim Jong-nam, por razones no del todo aclaradas.
Con un entorno internacional hostil, pero que a pesar de todo tiende a
comportarse del modo que espera Pyongyang, y con una economía que pese a su
estado calamitoso no deja de crecer, es muy probable que, a no ser que cometa
un error de cálculo fatal, sigamos viendo a Kim Jong-un al mando de Corea del
Norte durante bastante tiempo. Y él lo sabe.
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